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divendres, 5 de setembre del 2008

BAMBOLEO. Gipsy Kings

Ayer por la tarde estaba de lo más gandul por casa. A eso de las 7.30 decidí salir a estirar un poco las piernas. Con la excusa de que tenía que pasar por la biblioteca del centro para devolver un par de libros de Kenzaburo Oé (Una Cuestión Personal y La Presa), le envié un mensaje a un amigo por si le apetecía tomar una cerveza. Aceptó y quedamos alrededor de las 8.15 en la terraza que hay justamente al lado del pabellón de Can Cisteré. Aunque estaba a tope logramos sentarnos en una mesa que quedó libre.
Charlamos sobre nuestras experiencias surrealistas del viernes anterior. Perp los temas de conversación derivaron entre este próximo fin de semana que pasaremos en Reus, el viaje a Manchester de finales de mes, la Penya o el Cai Zaragoza…
De repente, cuando ya estábamos a punto de marcharnos observamos a nuestra izquierda que en la calle, justamente en el local que hay al lado del restaurante japonés, se estaba congregando un grupo de personas. Al cabo de unos cinco minutos se levantó poco a poco la persiana y la gente empezó a entrar. Nos picó la curiosidad. Pagamos las 4 cervezas que habíamos consumido y nos acercamos al lugar. Comprobamos que se trataba de la inauguración de un bar musical; el Q10. No nos pidieron invitación y decidimos entrar. A lo largo de las barras se distribuían docenas de bandejas de canapés y bocadillos. Al fondo, sobre una mesa de billar protegida por un mantel, 238 copas de cava. Comida y bebida gratis. Al ataque. Todo el mundo iba mudadísimo. Elegancia por doquier, casi como si se tratara de una boda. Nosotros dos, en cambio, bermudas, camiseta y bambas. El glamour no se lleva en la ropa.
Después pasaron muchas cosas que llevaría mucho tiempo explicar. Sin embargo no quiero dejar pasar la ocasión de citar a algunos de los numerosos personajes que allí había:
La cantante de azul (joder que había incluso publicado discos; nos invitó a su próximo concierto en Luz de Gas) y su she-mánager; el hombre bombilla (no se apagaba, más bien al contrario); Andreu Buenafuente y su amigo Joan Eloy; la del traje de castañas que acabó con una buena castaña (se arremangó el vestido y se puso a bailar a lo Gipsy Kings); la rockera (conocida por Buenafuente como la rockera); Frida, la cantante de Abba (aunque regidora o nosequé de Cultura en el ayuntamiento); el camarero imbécil (el que nos quería hacer pagar), la camarera espectacular (quins clatellots, Porta) y lista (con ella no pagamos), el actor venido a menos de Tv3; el constructor y su mujer con pantalón a rayas; Paquirrín a los 35 con su tatuaje en el cuello; una morena (Cleopatra) y una rubia (Madeleine Stowe), Emiliano Zapata (tristísimo porqué la morena y la rubia pasaban de él); Sergi, el anfitrión (descorchando botellas de cava); el que iba de David Bowie; la de rojo (me sonaba muchísimo, no sé de qué) que acabó con un esguince en el cuello; los manguis (los mejores, como triunfaron, fliparon con el jamón serrano), las que robaban copas de cava (lamentable, así no, señoritas), la amante del constructor, el Dj-diseñador-artista-guitarrista (venid a mi casa y hacemos una jam session), el que tocaba la guitarra en "Los Motosierra" (coño, que este era el Buenafuente); la amiga de Frida y de la rockera que estuvo toda la noche descalza, la fotógrafa oficial que nos retrató (su hija colgará las fotos en un blog? Creo que ella no); el periodista de investigación y un par de Santako.
En definitiva, mucho, muchísimo nivel. Estuvimos rodeados de artistas todo el tiempo. Fue brutal o grotesco, no lo sé, pero reímos tanto que a mi aún me duelen las mandíbulas. El porqué de la canción de hoy no es otro que este tema sonó ayer en un momento en que quizás fue el punto álgido de la noche. No hay letra. Es decir, sí que la hay pero es tan fácil de pillarla… Salud y buen fin de semana.

(ESCOLTA-LA)