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divendres, 22 de febrer del 2013

SE VE QUE HAY CALIDAD. Grupo de Expertos Solynieve

A veces, como espectador, uno vive situaciones de lo más extrañas. La que, a continuación me dispongo a narrar, sucedió ayer en un bar cercano a la oficina dónde trabajo. No sé si calificarla de divertida o ridícula. Cada uno deberá sacar sus propias conclusiones. Así que, vayamos al grano: esto es lo que ocurrió.

Como casi siempre, hacia las 10 de la mañana decidí tomarme una pausa en el trabajo para ir a tomar un café. Tenemos unos veinte minutos para ello de manera que intento no alejarme mucho y por esta razón trato de ir a lugares que me permitan aprovechar ese escaso tiempo para leer. Elegí el Dada, que se encuentra a apenas 100 metros de mi trabajo. No hay que cruzar ninguna calle y suele haber un ambiente propicio para la lectura. Me refiero a que eligen una música excelente como hilo musical (ese día, Creedence Clearwater Revival) y, además, los clientes que acuden allí no acostumbran a ser botarates que relinchen en vez de hablar. Sin embargo, desgraciadamente, sucede que puede haber excepciones.

Y así fue que, no habiendo acabado de sentarme en un tamborete junto a una mesa oí a mis espaldas, procedente de la calle, un coro de estrepitosas risas. Me giré un poco perplejo por la energía de las carcajadas y pude divisar a tres mujeres de treinta y tantos años que bloqueaban la puerta del local mientras acababan de apurar sendos cigarrillos. De manera repugnante contemplé como el grupo de mujeres lanzaba las colillas al suelo con total despreocupación. Ya en el interior, acabando de expulsar sus últimas bocanadas de humo, se dirigieron a la barra para realizar sus respectivas comandas: las tres, cortado descafeinado de sobre y con la leche desnatada. Una de ellas preguntó al chico que les atendía: ¿tienes sacarina? Lo sabía, pensé, e instantáneamente me vino a la cabeza el chiste: pues ponme ‘El Baúl de los Recuerdos’. En fin, que se veía a la legua que eran muy cansinas. Se sentaron y, en el acto, tomaron plena posesión del establecimiento.

Alcé disimuladamente mi mirada para tratar de localizar algún aparato amplificador de sonidos en la oreja de alguna de estas señoras ya que era inexplicable cómo podían hablar en un tono tan elevado. Sin embargo, no encontré ninguna señal que indicase que padecieran una discapacidad auditiva. Ellas continuaban conversando a más de 100 decibelios y no parecía importarles que allí hubiera más clientes. Para entonces, yo ya había desistido en concentrarme en lo que leía y opté por estudiar con discreción lo grotesca que empezaba a ser la escena.

De repente la torturante melodía del‘Gangnam Style’ sonó con gran intensidad en el teléfono móvil de la que parecía liderar el grupo. Contestó al cabo de unos interminables segundos para asegurarse que todos los presentes habían oído la canción. No se conformó con eso. Imagino que quería que oyesen su conversación desde el bar del otro lado de la calle. De lo contrario, resulta imposible explicarse cómo, más que gritar, aullaba. La Providencia quiso que, por fortuna, fuera una llamada duración breve.

Una vez acabada la comunicación, volvió a emplearse a fondo en la charla con sus compañeras. Fue muy sencillo escuchar de qué hablaban. Sus comentarios se centraban íntegramente en cuchicheos sobre famosos: que si Belén Esteban tiene novio, que si Jorge Javier Vázquez está gordo, que si Kiko Matamoros humilla a Carmele Marchante, que sí Pipi Estrada tiene un buen instrumento y otras imbecilidades por el estilo. Tal era el nivel. Y lo realmente curioso de la situación es que apenas se miraban mientras hablaban ya que, simultáneamente, empleaban buena parte de su atención y esfuerzo a atender a los numerosos e irritantes avisos de SMS o‘Whatsups’.

De esta insoportable guisa permaneció el trío de mentecatas unos minutos hasta que decidí que ya había tenido suficiente. Pero cuando estaba a punto de levantarme, un anciano de aspecto elegante, con traje y corbata, se me adelantó. Recogió ‘El País’, que había estado leyendo, se puso su abrigo, pagó su consumición y, a continuación, se dirigió a la cuadrilla femenina más o menos con estas palabras: “Señoras, desde que han entrado no he tenido más remedio que soportar su total falta de educación y su más mínimo respeto por los que nos hallábamos en este establecimiento. No obstante, antes de marcharme, me gustaría hacerles un regalo. Este periódico es para ustedes. Intenten ejercitar a diario el noble hábito de la lectura. Tal actividad les llevará a experimentar algo que, sin duda, desconocen: el silencio. Entonces puede que descubran en ello una pasión reveladora. Sin embargo, para ser sincero no creo en milagros así que me temo que, lamentablemente, resultará imposible que sus mentes obtusas se atrevan con una empresa semejante. Todo lo demás que puedo pedirles es que cesen en su conducta de infringir a los que les rodean el castigo de no poder evitar dar oídos a su anodina conversación. Que pasen muy buen día.”

Y, entonces, ocurrió que, mientras el hombre abandonaba el local, sonaron aplausos de conformidad con su discurso, entre ellos el mío. Las tres cacatúas se quedaron estupefactas. A su alrededor, algunos sonreíamos. Y entonces a mí me vino a la cabeza la canción de Grupo de Expertos Solynieve,‘Todo lo demás’. Lo que pasa es que ya había sido una Cançó del Dia. Por eso he elegido esta otra, de la misma banda.


LLETRA
No te vayas Taylor, venp’acá, mira lo que dice tu colega. Es un pive sólo en realidad, se ve que hay calidad. Está currado, es raro, ayer sopa de pavo, se ve que hay calidad. Si eso ya me paso por allí, es que estoy en casa de un colega. No obstante yo que sé, si eso luego ya veré, ¡venga! Ni está muy bien, ni está muy mal, ya sabes tú, se ve que hay calidad. Está currado, es raro, Fantomas de Mike Patton, ayer sopa de pavo, se ve que hay calidad. ¿Campbell cómo te va? ¿Campbell cómo te va? ¿Campbell cómo te va?

Perry no te vayas, ven
p’acá, mira la movida. Es un pive sólo en realidad, se ve que hay calidad. Te las prometías muy felices, se ve que hay calidad. La típica movida, ¿has visto a tu calvito? Ahora quieren tos picotear. ¿Campbell cómo te va? ¿Campbell cómo te va? ¿Campbell cómo te va?

divendres, 15 de febrer del 2013

UN ALBERO DI TRENTA PIANI. Adriano Celentano

El jueves volví a casa y localicé el disco. Me sorprendió hallarlo en el lugar donde se supone que debía estar. Y esta, con toda seguridad, es la razón por la cual no di con él en un primer intento. Lo que quiero decir es que lo busqué justamente entre el desorden, bajo otros cedés apilados de cualquier manera sin pensar en ningún momento que pudiera ocupar su sitio correspondiente. 

Me dirigí a la cocina, donde mi hermano comenzaba a preparar la cena, y le mostré el disco de Héroes del Silencio. Me preguntó que dónde lo había encontrado. Se lo dije. No se lo acababa de explicar. También él lo había buscado durante mucho tiempo. Además le comenté que durante mi búsqueda habían aparecido otro par de cedés que aprovecharía para llevármelos a casa y escucharlos con calma: Honestidad Brutal, de Andrés Calamaro y un recopilatorio del gran Adriano Celentano. Está claro que ninguno de los dos son sus favoritos y no puso objeciones a que los tomara.

Eran las ocho y diez. Hora de ir a entrenar. Agarré la bolsa de deporte, de despedí de mi padre y de mi hermano y me dirigí al pabellón. Por el camino me preguntaba cuántos seríamos. Siempre es preferible entrenar con el mayor número de jugadores posibles. Fuimos ocho y diría que hicimos un entrenamiento bastante bueno, cosa que me satisface. Ya se sabe, que uno juega como entrena. Si tenéis curiosidad por saber el resultado del partido del sábado siguiente entonces he de decir que ganamos: 68-61.

Después de entrenar, un poco cansado por el esfuerzo, pillé el metro para volver a casa. En el vagón, miré a mi alrededor y conté siete personas. Cinco de ellas usaban su teléfono móvil, ya fuera tecleando, ya fuera llamando. Una sexta persona, leía en su libro electrónico. El séptimo sujeto, simplemente dormía sentado en su asiento. Me asaltó la idea de cuán solo puede sentirse alguien a pesar de estar rodeado de gente. Lo dejo aquí. Algún día desarrollaré esta idea.

En la estación de Sagrera, mientras esperaba el tren de la línea azul, removí en el bolsillo de mi bolsa de deporte. Saqué el disco de Andrés Calamaro. Reconocí en seguida varias canciones: ‘Socio de la Soledad’, ‘Jugar con Fuego, ‘Maradona’ o ‘Cuando te conocí’. Sin embargo, la que no me podía quitar de la cabeza es la que viene a continuación. Y me decía a mi mismo: maldita sea, cómo me jode que la gente no sea consciente de lo grande que es Adriano Celentano.

LLETRA
Per la tua mania di vivere in una città guarda bene come ci ha conciati la metropoli. Belli come noi, ben pochi sai ce n'erano e dicevano quelli vengono dalla campagna. Ma ridevano, si spanciavano, già sapevano che saremmo ben presto anche noi diventati come loro. Tutti grigi come grattacieli con la faccia di cera, con la faccia di cera e la legge di questa atmosfera che sfuggire non puoi fino a quando tu vivi in città.
Nuda sulla pianta prendevi il sole con me e cantavano per noi sui rami le allodole. Ora invece qui nella città I motori delle macchine. Già ci cantano la marcia funebre. E le fabbriche ci profumano anche l'aria colorando ci il cielo di nero che odora di morte. Ma il Comune dice che però la città è moderna. Non ci devi far caso se il cemento ti chiude anche il naso. La nevrosi è di moda. Chi non l'ha ripudiato sarà . Ah ia non respiro più mi sento che soffoco Un po'. Sento il fiato che va giù, va giù e non viene su. Vedo solo che qualcosa sta nascendo. Forse è un albero. Sì, è un albero di trenta piani.

TRADUCCIÓ

Per aquesta mania teva de viure en una ciutat mira com ens ha atrapat la metròpoli. N’hi havia pocs de ben macos com nosaltres i la gent deia: aquests venen del camp. I reien, es rebolcaven, ja sabien que molt aviat nosaltres seríem com ells. Tots de color gris com els gratacels amb la façana de cera, amb la façana de cera i la llei d’aquesta atmosfera de la qual no pots escapar fins que vius a una ciutat.
Despullada, sobre el terrat, prenies el sol amb mi i cantaven, per a nosaltres, a sobre de les branques, les aloses. Però en comptes d’això, a la ciutat, els motors dels cotxes ens canten la marxa fúnebre. I les fàbriques també ens perfumen l’aire i posen un color negre al cel que fa olor de mort. Però, en canvi, l’ajuntament diu que la ciutat és moderna. No n'has de fer cas si el ciment t’oprimeix fins i tot el nas. La neurosi està de moda. Qui no en tingui serà repudiat.
Ja no puc respirar. Sento que m’ofego una mica. Sento la respiració que em puja, que em puja i no baixa. Veig només que alguna cosa està naixent. Potser serà un arbre, sí és un arbre de trenta plantes.