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divendres, 15 de febrer del 2013

UN ALBERO DI TRENTA PIANI. Adriano Celentano

El jueves volví a casa y localicé el disco. Me sorprendió hallarlo en el lugar donde se supone que debía estar. Y esta, con toda seguridad, es la razón por la cual no di con él en un primer intento. Lo que quiero decir es que lo busqué justamente entre el desorden, bajo otros cedés apilados de cualquier manera sin pensar en ningún momento que pudiera ocupar su sitio correspondiente. 

Me dirigí a la cocina, donde mi hermano comenzaba a preparar la cena, y le mostré el disco de Héroes del Silencio. Me preguntó que dónde lo había encontrado. Se lo dije. No se lo acababa de explicar. También él lo había buscado durante mucho tiempo. Además le comenté que durante mi búsqueda habían aparecido otro par de cedés que aprovecharía para llevármelos a casa y escucharlos con calma: Honestidad Brutal, de Andrés Calamaro y un recopilatorio del gran Adriano Celentano. Está claro que ninguno de los dos son sus favoritos y no puso objeciones a que los tomara.

Eran las ocho y diez. Hora de ir a entrenar. Agarré la bolsa de deporte, de despedí de mi padre y de mi hermano y me dirigí al pabellón. Por el camino me preguntaba cuántos seríamos. Siempre es preferible entrenar con el mayor número de jugadores posibles. Fuimos ocho y diría que hicimos un entrenamiento bastante bueno, cosa que me satisface. Ya se sabe, que uno juega como entrena. Si tenéis curiosidad por saber el resultado del partido del sábado siguiente entonces he de decir que ganamos: 68-61.

Después de entrenar, un poco cansado por el esfuerzo, pillé el metro para volver a casa. En el vagón, miré a mi alrededor y conté siete personas. Cinco de ellas usaban su teléfono móvil, ya fuera tecleando, ya fuera llamando. Una sexta persona, leía en su libro electrónico. El séptimo sujeto, simplemente dormía sentado en su asiento. Me asaltó la idea de cuán solo puede sentirse alguien a pesar de estar rodeado de gente. Lo dejo aquí. Algún día desarrollaré esta idea.

En la estación de Sagrera, mientras esperaba el tren de la línea azul, removí en el bolsillo de mi bolsa de deporte. Saqué el disco de Andrés Calamaro. Reconocí en seguida varias canciones: ‘Socio de la Soledad’, ‘Jugar con Fuego, ‘Maradona’ o ‘Cuando te conocí’. Sin embargo, la que no me podía quitar de la cabeza es la que viene a continuación. Y me decía a mi mismo: maldita sea, cómo me jode que la gente no sea consciente de lo grande que es Adriano Celentano.

LLETRA
Per la tua mania di vivere in una città guarda bene come ci ha conciati la metropoli. Belli come noi, ben pochi sai ce n'erano e dicevano quelli vengono dalla campagna. Ma ridevano, si spanciavano, già sapevano che saremmo ben presto anche noi diventati come loro. Tutti grigi come grattacieli con la faccia di cera, con la faccia di cera e la legge di questa atmosfera che sfuggire non puoi fino a quando tu vivi in città.
Nuda sulla pianta prendevi il sole con me e cantavano per noi sui rami le allodole. Ora invece qui nella città I motori delle macchine. Già ci cantano la marcia funebre. E le fabbriche ci profumano anche l'aria colorando ci il cielo di nero che odora di morte. Ma il Comune dice che però la città è moderna. Non ci devi far caso se il cemento ti chiude anche il naso. La nevrosi è di moda. Chi non l'ha ripudiato sarà . Ah ia non respiro più mi sento che soffoco Un po'. Sento il fiato che va giù, va giù e non viene su. Vedo solo che qualcosa sta nascendo. Forse è un albero. Sì, è un albero di trenta piani.

TRADUCCIÓ

Per aquesta mania teva de viure en una ciutat mira com ens ha atrapat la metròpoli. N’hi havia pocs de ben macos com nosaltres i la gent deia: aquests venen del camp. I reien, es rebolcaven, ja sabien que molt aviat nosaltres seríem com ells. Tots de color gris com els gratacels amb la façana de cera, amb la façana de cera i la llei d’aquesta atmosfera de la qual no pots escapar fins que vius a una ciutat.
Despullada, sobre el terrat, prenies el sol amb mi i cantaven, per a nosaltres, a sobre de les branques, les aloses. Però en comptes d’això, a la ciutat, els motors dels cotxes ens canten la marxa fúnebre. I les fàbriques també ens perfumen l’aire i posen un color negre al cel que fa olor de mort. Però, en canvi, l’ajuntament diu que la ciutat és moderna. No n'has de fer cas si el ciment t’oprimeix fins i tot el nas. La neurosi està de moda. Qui no en tingui serà repudiat.
Ja no puc respirar. Sento que m’ofego una mica. Sento la respiració que em puja, que em puja i no baixa. Veig només que alguna cosa està naixent. Potser serà un arbre, sí és un arbre de trenta plantes.



1 comentari:

Unknown ha dit...
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