Sucedió hace una semana. Veníamos cuatro amigos de tomar unas cervezas en un pub irlandés mientras veíamos el desenlace de la eliminatoria de Liga de Campeones entre el Chelsea y el Manchester United. Una vez hubo finalizado decidimos ir al Pastís, donde parece ser que había un espectáculo de tango. Llegamos tarde. La actuación había terminado. Lástima. Parece ser que era alguien que lo hacía francamente bien. Apuesto a que era el mismo tipo que, sentado en la barra junto a nosotros, se bebía una cerveza. En aquel momento, E. me lanzó un reto: ‘por qué no publicas un tango en La Cançó del Día ’. Pero me dijo que no podía ser cualquier tango, claro, sino Y todo a media luz. Recogí el guante y, aunque va en contra de las normas del blog (ya que quien sugiere una canción también debe aportar algunas líneas en el post), me comprometí a intentar escribir algo al respecto.
Los días han ido pasando sin que encontrase la inspiración. Cierto que también he estado extremadamente gandul. Pero no había manera. Hasta ayer por la tarde. Volvía en metro a casa. Pensaba en esto y aquello y ya me iba a dar por vencido cuando, de repente, en la estación del Clot entraron en el vagón tres músicos: dos acordeones y un contrabajo.
Empezaron atacando con Amor de mis amores, un tema a medio camino entre la tristeza y la alegría, sin duda un clásico en los músicos que rondan por el metro. A continuación, siguieron con el Tico Tico, otra melodía habitual en el repertorio callejero, a un ritmo realmente frenético. Y entonces, de repente, cuando nos acercábamos a la estación de La Sagrera, la luz del vagón se apagó. En ese instante, los músicos haciendo gala de buenos reflejos, iniciaron los acordes del tango que nos trae, mientras, poco a poco, avanzaban hacia el siguiente vagón. Volvió la luz. Instintivamente giré a un lado y a otro la cabeza. Descubrí a una chica y a un chico jóvenes que acababan de besarse. En fin, cosas curiosas que pueden suceder a diario en el transporte público.
LLETRA
Corrientes 3, 4, 8. Segundo piso, ascensor. No hay porteros ni vecinos. Adentro, cocktail y amor. Pisito que puso Maple: piano, estera y velador, un telefón que contesta, una victrola que llora. Viejos tangos de mi flor y un gato de porcelana pa' que no maulle al amor.
Y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos, a media luz los dos. Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡Qué suave terciopelo la media luz de amor!
Juncal 12, 24. Telefoneá sin temor. De tarde, té con masitas; de noche, tango y cantar. Los domingos, tés danzantes; los lunes, desolación. Hay de todo en la casita: almohadones y divanes; come en botica, cocó; alfombras que no hacen ruido y mesa puesta al amor.
Y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos, a media luz los dos. Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡Qué suave terciopelo la media luz de amor!
Los días han ido pasando sin que encontrase la inspiración. Cierto que también he estado extremadamente gandul. Pero no había manera. Hasta ayer por la tarde. Volvía en metro a casa. Pensaba en esto y aquello y ya me iba a dar por vencido cuando, de repente, en la estación del Clot entraron en el vagón tres músicos: dos acordeones y un contrabajo.
Empezaron atacando con Amor de mis amores, un tema a medio camino entre la tristeza y la alegría, sin duda un clásico en los músicos que rondan por el metro. A continuación, siguieron con el Tico Tico, otra melodía habitual en el repertorio callejero, a un ritmo realmente frenético. Y entonces, de repente, cuando nos acercábamos a la estación de La Sagrera, la luz del vagón se apagó. En ese instante, los músicos haciendo gala de buenos reflejos, iniciaron los acordes del tango que nos trae, mientras, poco a poco, avanzaban hacia el siguiente vagón. Volvió la luz. Instintivamente giré a un lado y a otro la cabeza. Descubrí a una chica y a un chico jóvenes que acababan de besarse. En fin, cosas curiosas que pueden suceder a diario en el transporte público.
LLETRA
Corrientes 3, 4, 8. Segundo piso, ascensor. No hay porteros ni vecinos. Adentro, cocktail y amor. Pisito que puso Maple: piano, estera y velador, un telefón que contesta, una victrola que llora. Viejos tangos de mi flor y un gato de porcelana pa' que no maulle al amor.
Y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos, a media luz los dos. Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡Qué suave terciopelo la media luz de amor!
Juncal 12, 24. Telefoneá sin temor. De tarde, té con masitas; de noche, tango y cantar. Los domingos, tés danzantes; los lunes, desolación. Hay de todo en la casita: almohadones y divanes; come en botica, cocó; alfombras que no hacen ruido y mesa puesta al amor.
Y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos, a media luz los dos. Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡Qué suave terciopelo la media luz de amor!